La transición desde la sociedad industrial a la sociedad del conocimiento, que se basa en la creación de valores inmateriales, provoca un cambio de las estructuras empresariales y del comportamiento de los empleadores. El personal en áreas como el servicio, la información y la creatividad se convierte en un factor esencial para la economía global. Los procesos, las experiencias y las ideas adquieren cada vez más trascendencia. Se van difuminando los límites entre la vida personal y la vida profesional. También los empleados fijos aspiran a una mayor independencia en el ejercicio de sus actividades.
Cambios:
Trabajadores del conocimiento, autónomos emprendedores y los ricos del mañana constituyen la clase creativa. A esta clase le gusta vivir bien, disfruta del ”nuevo lujo” y está compuesta por ciudadanos del mundo que al mismo tiempo se sienten comprometidos con su región de origen.
La clase creativa valora la excelencia en las prestaciones, la artesanía, las tecnologías actuales, la transparencia, la sostenibilidad, la amistad, la autooptimización y la calidad de vida. Está redefiniendo el trabajo fomentando modelos de horario laboral flexibles, así como una mayor autonomía y autorrealización. Las biografías profesionales se convierten en multigrafías, y se aspira a “vivir durante toda la vida”.
El estándar que se espera consiste en un trabajo móvil e independiente de la ubicación, a fin de disfrutar de las mejores posibilidades para desarrollar la propia creatividad y de un buen equilibrio entre la vida personal y profesional. Sólo conseguirán atraer y retener a los talentos más destacados aquellas empresas capaces de posicionarse como un empleador atractivo, con horarios laborales flexibles, años sabáticos, principios de equilibrio entre vida personal y profesional y un trabajo razonable.